jueves, 26 de julio de 2012

Sos re grasa, Lisérgica

Pareciera que grasa es el peor improperio que alguien te puede dedicar. Podés ser un boludo, un forro, un garca, un colgado, un trucho... Pero, gordi, no seas "grasa". Es el nuevo pecado capital.

Me hace pensar un poco. ¿Qué es ser grasa? ¿Cuál es la definición de ser un grasa? No es ser un "cabeza" como dulcemente dicen los porteños, o un "villero" como dicen en otros lados. Esos términos, cuyo antónimo vendría a ser algo así como cheto, depositan la puteada denigrante en la diferencia de costumbres, cultura, laburo, procedencia... en fin, en la clásica ignorateada que la humanidad perpetúa a lo largo de los siglos a causa de las luchas de poder, el contraste y la diferencia. 

En cambio, "grasa" ubica el insulto en otro lado. En general, cuando dicen "grasa" es a alguien que se hace el superior y "no le da", lo cual implica que el que insulta está en un estado superior de conciencia y su nivel de sofisticación le permite señalar lo burdo y rudimentario del intento del "grasa". Un grasa es gente que quiere ser como uno, gor, pero no le da el cuero. Al grasa le falta el buen gusto, su ideología es berreta, sus costumbres son un intento de adaptar la clase baja a la alta. El grasa es como una gota de aceite en agua, se re nota que no es un tipo culto y de buen gusto como los demás. 

Queridos: cada vez que alguien desmerece los atributos intelectuales, políticos y/o ideológicos de otra persona diciéndole "grasa", un científico brillante muere de aneurisma por la boludez humana. Si no te copan sus gustos/ideas, sé un poco más feliz y no descalifiques con algo tan subjetivamente estúpido como ese término. O callate. También funciona. 

domingo, 24 de junio de 2012

No hay oda o poema que describa lo poco que me importa el fútbol

A veces, lamento informarme que el fútbol me aburre. Esa oleada de sudor, botines, barro y passshión me ne frega en el más puro sentido de la expresión.

El sábado a la tarde iba caminando por la calle, jugueteando con las llaves en el bolsillo de mi tapado. Un sábado a la tarde mucho más tranquilo de lo usual: pocas personas en la calle, escasos clientes en los locales, mínima concurrencia a los lugares usualmente atestados de gentío. En fin, el ruidito feliz de las llaves se vio vilmente interrumpido por un repentino temblor. Me frené en la puerta de mi departamento. "...oo...ooooO..OOOO!". Algo pasa, me dijo mi sentido arácnido. 

Unos milisegundos después, revienta dentro del departamento de planta baja mi vecino, al crudo alarido de "GOOOOOOOOOOL!! LAPU TAMA-DRE! GOOOOOOOOL!!". Luego de ese estruendo, abre la ventana de un gol-pe, asoma medio cuerpo y con una expresión de extasiado frenesí, continúa apuntando gritos de gol a la calle. Varios en la cuadra le hicieron eco. Este chico en particular, un pibe de no más de veinticinco años, se percata de mi presencia y baja un poco el volumen. Evidentemente, algo en mi expresión debe haberlo hecho cuestionarse qué carajo estaba haciendo asomado a la ventana que da a la calle profiriendo alaridos. Sorprendidos como estábamos el uno del otro, apelamos a los usuales protocolos de cortesía: nos saludamos.

O algo así. Yo levanté la mano y la agité, un poco débilmente para mi gusto. Él logró exhalar un "hola", más viento que palabra. Le iba a preguntar si estaba jugando Argentina, pero me pareció bastante improductivo resaltar aún más mi ignorancia del asunto. *(Menos mal, porque al final era River jugando, y ahora "ascendió" para jugar con los viejos buenos equipos al estilo San Lorenzo, Independiente, etcétera, que en teoría parece que están jugando tan mal que también están amenazados de descenso. Es decir que, según mi lógica, a esta altura por qué no se quedan todos el la B y se dejan de romper las pelotas con tanto partido de promoción, que el tema de la promoción de cada equipo parece durar para siempre.) Después del saludito fugaz, me parece que mi vecino adquirió plena conciencia de su situación y se metió dentro con una velocidad inaudita, cerrando la ventana.

Pobre. Probablemente él piense lo mismo de mí.

jueves, 14 de junio de 2012

Creo que perdí la función

"DALE COMPARTIR SI NO TE GUSTA QUE NIÑOS MUERAN DE HAMBRE EN ÁFRICA"
Click en "Compartir".

"HACÉ CLICK EN ME GUSTA SI CREÉS QUE RESPIRAR ES GENIAL"
Click en "Me gusta".

"ETIQUETÁ A 812 AMIGOS PARA QUE FACEBOOK INSTALE EL BOTÓN DE 'NO ME GUSTA'"
Etiqueta 813 amigos, por si acaso.

"UNITE A MI NUEVO GRUPO 'REPUDIEMOS A LOS QUE REPUDIAN, PORQUE EL REPUDIO DEBE SER REPUDIADO, PORQUE TENEMOS DERECHO A NO SER REPUDIADOS'"
Unirse a grupo.


Y, después, Facebook me pregunta "¿Qué estás pensando?". Yo le pregunto "¿Qué es eso?"

Las manos


Hoy no quiero escucharte. Hace frío, dormí poco y me duelen los tímpanos de oír música por auricular. Hablé; pero no dije. Me duele el significado de tanto decir sin contar nada. No voy a charlar tampoco. Las noches así no son auspiciosas a largas conversaciones, ni invitan a entender algo nuevo. Voy a apagar las luces, así no vemos claro. Me duelen los ojos de mirar pantallas, números y estaciones de subte. O, mejor, voy a prender el fuego y apagar las luces. Así nos rebajamos un tono, y nuestros cuerpos cambian. No quiero sillones, ni camas, ni sillas, ni colchones, porque verdaderamente no quiero acomodarme a nada. El piso está bien. ¿Lo sentís? El frío se está yendo. Ahí donde estás es perfecto, no te muevas, no es necesario. Yo no me voy a mover tampoco.

No me preguntes si estoy enojada con vos, o triste, o tengo miedo. No es nada de eso. No es nada de nada, me desespera saberlo. Decirlo sólo lo etiqueta en mentiras, no es algo que sirva en este momento. No tengas miedo. No te enerves, estás torciendo todo el cuerpo. Pensá en el fuego. Él quema todos los malos pensamientos.

Ahí, en las llamas, voy depositando los recuerdos. Ellos se elevan en las lenguas del fuego, y se convierten en un vapor leve. Mañana, cuando despierte, nada va a dolerme. No digas que va a estar todo mejor, las cosas sólo siguen su errático camino. Vamos a acostarnos. No apagues el fuego. 

lunes, 11 de junio de 2012

La hipocresía diaria

"Entre las cosas que elijo, está elegir. Elijo no prestarte atención cuando me mirás en la calle. Elijo no verte cuando te me acercás en el subte. Elijo no escucharte cuando me hablás, ni responderte cuando me preguntás. Elijo no darte cuando pedís y no pedirte cuando ofrecés. Elijo no verte cuando estás, no oírte cuando gritás, no olerte cuando no te bañás. Elijo evadirte cuando te me parás en frente. Elijo dormir cuando estás insomne, y despertar cuando te acercás a mi sueño. Elijo no elegirte, y elijo buscar motivos que no sean vos al hecho de que no te elijo.

Pero lo peor de mi des-elección de vos, es elegirte cuando estás lejos. Es elegir darte la mano cuando no estás presente. Es elegir decirte palabras de aliento cuando tus oídos no me oyen. Es elegir abrazarte cuando tu cuerpo está lejos. Es elegir buscarte cuando sé que no te voy a encontrar. Es elegir arroparte cuando dormís en una calle lejana. Es elegir verte cuando no sos más que una imagen. Es elegir respetarte cuando sólo existís en el pensamiento.

Te elijo sólo cuando mi elección no puede realizarse. Elijo no elegirte el resto del tiempo.

Elijo que seas sólo un pensamiento que me conforta cuando elijo sentirme buena y pacifista. Elijo que no seas siquiera un pensamiento cuando elijo sentirme cómoda e inocente. Pero, por sobre todas las cosas, nunca elijo elegirte. Nunca te he elegido cuando has sido elegible.

Y así como elijo no elegirte, elijo no sentir culpa, y elijo mi cama, mi casa, mi pensamiento y mi computadora; elijo elegirme, y elijo pensar que nunca tuve elección."

lunes, 4 de junio de 2012

Sistema educativo ~ Matemáticas

Siete por uno, siete.
Siete por dos, catorce.
Siete por tres, veintiuno. 
Siete por qué no te vas un poco a la mierda, vos y tu sistema de memorización.

El movimiento rectilíneo uniforme también se puede ir al lejano de reino de "no aprendí un carajo". Creo que harían buena compañía.

sábado, 2 de junio de 2012

La mismísima pregunta

Vas por la calle. Sí, es natural, uno siempre va por la calle que allá, que acá, que comprá estos pañuelitos siete por dos pesos, que mirá la carterita hecha con una caja de cereales, y otras estupideces típicas del folklore callejero metropolitano. En una de esas andanzas, ya medio asfixiada de la cantidad de humanidad que se desborda por todos los flancos, entrás a un local. Horrible, la verdad, una cosa de no creer. Y una mastodonte-mujer adelante grita, aúlla a su teléfono:

PERO SI ES UNA MIERDA LA FIESTA, ¿PARA QUÉ VAS? 

Sabiduría en millones de megahertz, justo impactando las ondas en mi tímpano sacudido que se tuerce y retuerce, pobre criatura, ahí oyendo sabidurías a un volumen descontrolado.

Pero tiene razón. Si es una mierda, ¿para qué: salgo, compro, jodo, trabajo, viajo, pago, leo, miro, escucho, etc, etc, etc? Y ahora entiendo el aullido.

Condensemos el para qué en un grito descomunal dirigido hacia un público de sapos que miran la tele todo el día y piensan que la luz que emite es lo real. O, por lo menos, para dejar de escuchar sus televisores, que mis neuronas están a punto de darle al harakiri.

viernes, 1 de junio de 2012

Ni un poco aguda

Entre las cosas que me pregunto a veces, es por qué (todavía) la internet feliz insiste en mandarte a Outlook cuando apretás "correo electrónico" desde un explorador aleatorio. Es una especie de fastuosa insistencia, de "mirá, hola, soy outlook, no tenés ningún usuario conmigo, no me usás jamás de los jamáses, pero te recuerdo que acá estoy". Me recuerda a ese bug del jueguito con el que estás emperrado, donde se trabó un flaco pegándole espadazos a una pared indemne, o a la manchita del pizarrón que no borró la profesora y ahí va, le escribe encima la muy desconsiderada, no puedo dejar de ver la raya que no borró incluso debajo de la palabra nueva.

Es la eterna insistencia, resistente y magnánima, de una estupidez tan aberrante que una se siente obtusa de sólo pensarla, y de escribirla, comprueba serlo. Se te cae la cáscara de la logicidad, y se te fue la bella y juiciosa imagen derrapando por la autopista hasta llegar a Dios sabe dónde, probablemente se infiltró por dimensiones virtuales inéditas a la propia conciencia, se flasheó por miles de softwares hasta que, eras después, apareció en una insignificante imagen virtual de una crucecita roja que cierra el emperrado Outlook, y vos volvés a ser la misma aburrida de siempre.