domingo, 24 de junio de 2012

No hay oda o poema que describa lo poco que me importa el fútbol

A veces, lamento informarme que el fútbol me aburre. Esa oleada de sudor, botines, barro y passshión me ne frega en el más puro sentido de la expresión.

El sábado a la tarde iba caminando por la calle, jugueteando con las llaves en el bolsillo de mi tapado. Un sábado a la tarde mucho más tranquilo de lo usual: pocas personas en la calle, escasos clientes en los locales, mínima concurrencia a los lugares usualmente atestados de gentío. En fin, el ruidito feliz de las llaves se vio vilmente interrumpido por un repentino temblor. Me frené en la puerta de mi departamento. "...oo...ooooO..OOOO!". Algo pasa, me dijo mi sentido arácnido. 

Unos milisegundos después, revienta dentro del departamento de planta baja mi vecino, al crudo alarido de "GOOOOOOOOOOL!! LAPU TAMA-DRE! GOOOOOOOOL!!". Luego de ese estruendo, abre la ventana de un gol-pe, asoma medio cuerpo y con una expresión de extasiado frenesí, continúa apuntando gritos de gol a la calle. Varios en la cuadra le hicieron eco. Este chico en particular, un pibe de no más de veinticinco años, se percata de mi presencia y baja un poco el volumen. Evidentemente, algo en mi expresión debe haberlo hecho cuestionarse qué carajo estaba haciendo asomado a la ventana que da a la calle profiriendo alaridos. Sorprendidos como estábamos el uno del otro, apelamos a los usuales protocolos de cortesía: nos saludamos.

O algo así. Yo levanté la mano y la agité, un poco débilmente para mi gusto. Él logró exhalar un "hola", más viento que palabra. Le iba a preguntar si estaba jugando Argentina, pero me pareció bastante improductivo resaltar aún más mi ignorancia del asunto. *(Menos mal, porque al final era River jugando, y ahora "ascendió" para jugar con los viejos buenos equipos al estilo San Lorenzo, Independiente, etcétera, que en teoría parece que están jugando tan mal que también están amenazados de descenso. Es decir que, según mi lógica, a esta altura por qué no se quedan todos el la B y se dejan de romper las pelotas con tanto partido de promoción, que el tema de la promoción de cada equipo parece durar para siempre.) Después del saludito fugaz, me parece que mi vecino adquirió plena conciencia de su situación y se metió dentro con una velocidad inaudita, cerrando la ventana.

Pobre. Probablemente él piense lo mismo de mí.

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