sábado, 2 de junio de 2012

La mismísima pregunta

Vas por la calle. Sí, es natural, uno siempre va por la calle que allá, que acá, que comprá estos pañuelitos siete por dos pesos, que mirá la carterita hecha con una caja de cereales, y otras estupideces típicas del folklore callejero metropolitano. En una de esas andanzas, ya medio asfixiada de la cantidad de humanidad que se desborda por todos los flancos, entrás a un local. Horrible, la verdad, una cosa de no creer. Y una mastodonte-mujer adelante grita, aúlla a su teléfono:

PERO SI ES UNA MIERDA LA FIESTA, ¿PARA QUÉ VAS? 

Sabiduría en millones de megahertz, justo impactando las ondas en mi tímpano sacudido que se tuerce y retuerce, pobre criatura, ahí oyendo sabidurías a un volumen descontrolado.

Pero tiene razón. Si es una mierda, ¿para qué: salgo, compro, jodo, trabajo, viajo, pago, leo, miro, escucho, etc, etc, etc? Y ahora entiendo el aullido.

Condensemos el para qué en un grito descomunal dirigido hacia un público de sapos que miran la tele todo el día y piensan que la luz que emite es lo real. O, por lo menos, para dejar de escuchar sus televisores, que mis neuronas están a punto de darle al harakiri.

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